ICSID publica el trabajo realizado por Shakespear para el Subte de BsAs


Diseño Shakespear transforma el Subte de Buenos Aires con una identidad fuerte y un efectivo sistema de señalización.
por Leslie Wolke

¿De dónde deriva una ciudad su carácter, esas cualidades únicas que definen un sentido de lugar? Cada ciudad posee su propio temperamento, sus propios ritmos, y su propio lenguaje visual. ¿Pero qué es lo que les da forma?

Hay quienes creen que es la personalidad colectiva de sus habitantes que se expresa en los edificios y bulevares: sólo los voluntariosos pobladores del Medio Oeste podrían haber edificado la Ciudad de Big Shoulders con su grilla inflexible. Otros apuntan a los fundadores y visionarios que guiaron el entorno construido y fijaron las reglas para el crecimiento futuro: Frederick Law Olmstead creó un paraíso para varias generaciones de neoyorquinos en el Central Park. ¿O es simplemente un conjunto caótico de accidentes afortunados lo que crea la identidad de una ciudad?

Si bien la respuesta definitiva puede ser “todo lo anterior”, hay un cierto placer en tratar de decodificar la mística de una ciudad. Y en el caso de Buenos Aires, Argentina, muchas de las pistas llevan a Diseño Shakespear, fundado por Ronald Shakespear hace medio siglo. La firma ha dejado su marca en numerosas facetas de la infraestructura de la ciudad, y más recientemente mediante la transformación del sistema de subterráneos, el más antiguo y uno de los mayores sistemas de transporte de este tipo en América Latina.

El sistema de subterráneos de Buenos Aires comenzó con la inauguración de la primera estación en 1913, en el momento de la mayor ola de inmigración europea, que aportó más de tres millones de nuevos ciudadanos a la Argentina, la mayor parte de los cuales se establecieron en Buenos Aires y sus alrededores. Entre 1910 y 1920, la ciudad duplicó su tamaño, y hoy cuenta con más de 10 millones de residentes o porteños. El sistema de subterráneos fue creciendo al ritmo de la ciudad, consolidándose e incorporando nuevas estaciones y líneas para prestar servicios a una población en constante aumento.



































Una marca amigable y un mapa legible.

“Transformación” es la única palabra que describe la amplitud del trabajo de Diseño Shakespear con Metrovías (el operador privado del sistema), comenzando con la reformulación de la marca, que pasó del formal “Subterráneos de Buenos Aires” al familiar y amigable “Subte.”

Shakespear comenta que su mayor tarea en este proyecto de quince años de duración fue demostrar la importancia de esta nueva y accesible marca y su posición como emblema del nuevo sistema de señalización. Superar el deseo del cliente de usar la palabra Metrovías en el nombre fue “la mitad de la batalla”y "el rescate de la voz popular -Subte- era una asignatura pendiente".

Esa batalla se ganó, y hoy la gente de Metrovías está feliz con la nueva marca: “entendemos que el subterráneo pertenece a la ciudad y su gente, y ellos lo llaman desde siempre ‘Subte’, que es un ícono de Buenos Aires.”

La primera etapa del trabajo comenzó en 1995 y se concentró en la identidad, señalización interior, y el rediseño de los mapas del sistema formado por cinco líneas (desde entonces se ha incorporado una sexta). Ronald y sus hijos Lorenzo y Juan emplearon su típica metodología de proyecto: “investigación, análisis, síntesis, proyecto e implementación.” Lorenzo visitó los principales subterráneos del mundo, y volvió al estudio con lo mejor y lo peor del diseño de esos sistemas. Metrovías describe el proceso de trabajo de los Shakespear como “creatividad derivada del entendimiento”.

Para el diseño del mapa, que se convertiría en una guía icónica del sistema, el equipo se inspiró en el mapa diagramado en 1933 por Henry C. Beck para el subte de Londres. En esa época, la decisión de ignorar la topología real de las líneas de subte y realizar una abstracción más simple, accesible y geométrica fue una idea radical. Al limitarse a ángulos verticales, horizontales y de 45 grados, y luego añadir un diagrama de las principales calles de la ciudad (otro enfoque novedoso), el equipo Shakespear generó un mapa que es comprensible y a la vez hermoso. Si lo colocamos junto al mapa del subte de Nueva York diseñado por Massimo Vignelli, descubriremos otra influencia importante en su trabajo.


Componer la estación de subte.

El siguiente desafío fue la señalización interior de las estaciones. Mediante una combinación de investigación basada en la observación y lo que Ronald llama “intuición verificada”, el equipo estableció las metas que la señalización debía cumplir. El estudio adhiere a dos principios fundamentales de la señalética:

"Las señales deben ser fáciles de encontrar, y su ubicación debe ser predecible.Las señales deben actuar como si siempre hubiesen estado allí".
La experiencia de viajar en subte introdujo un tercer principio derivado de la observación del pasajero: las señales más importantes son las que dirigen al usuario hacia la salida, hacia la calle. Ronald explica que los diseñadores tienen la obligación “de escuchar a la gente, descifrar sus códigos, descubrir sus deseos, y darles respuesta”. Con esto en mente, el equipo descubrió una ansiedad que rodea al viaje en subte, y una compulsión por salir del sistema lo antes posible. Ronald explica: “La señal de salida es importante para la gente en el subte: ¿cómo escapar? No resulta natural estar bajo tierra”.





































Mapa actual y anterior a 1995.

El equipo utilizó estos principios para crear un sistema de señales y una jerarquía de información que pudiera aplicarse a las distintas condiciones de las 86 estaciones que integran el sistema. Las señales identificadoras de las estaciones, que corren en bandas a lo largo de las vías, están siempre a la misma altura -2,2 metros del suelo de la plataforma- a fin de brindar la mejor visión posible desde el interior de los vagones. Todas las señales son paralelas a los vagones, para asegurar su máxima visibilidad, con excepción de las señales críticas que guían a la gente hacia la salida. Estas son perpendiculares a las vías y presentan mensajes simples y claros. Hay un total de 41 señales por estación en una configuración estándar.

El lenguaje visual del Subte es fuerte y conciso. Para identificar las seis líneas se utilizó la paleta histórica de colores fuertes, mientras que la tipografía elegida fue Frutiger blanca, en diversos tamaños, para garantizar la máxima legibilidad.

A fin de equilibrar el rigor de la tipografía y los colores elegidos, cada señal tiene un cabezal cilíndrico del color de la línea, que crea un detalle adicional encima del contenido informativo. El encabezado se extiende sobre el espacio que puntúa cada parada, brindando un elemento unificador, un “cinturón perpetuo” de 220 metros de largo, como lo llama Shakespear, en el interior de la estación. Shakespear comenta que fue difícil hacer comprender la importancia de este elemento central que repite el nombre de la estación cada 2,5 metros, y que sin embargo es uno de los elementos más importantes para permitir al usuario identificar la estación donde debe descender.Considerando los distintos tipos de vagones en uso, esto no fué tarea sencilla.

Durante la fase de diseño, se instalaron prototipos a gran escala del sistema de señalización interior en dos de las estaciones. Este paso del proyecto, aunque costoso, resulta sumamente productivo. Ronald explica que “un prototipo es muy útil. Manifiesta su funcionamiento real".

Toda la señalética interior está compuesta por paneles de aluminio de 2 milímetros de espesor y cilindros extruidos con una cobertura de poliuretano y gráficos de vinilo aplicados.


"El arriba y el abajo".
Señalizar el ingreso.

En 2006, el proyecto avanzó con el reemplazo completo de todas las señales exteriores del Subte. Dado que la estación más antigua tiene casi 100 años, existía una gran variedad de tipologías en los accesos y la señalización de los mismos. Muchas entradas presentaban herrajes con filigranas y letras ornamentadas.

El equipo Shakespear optó por adaptar los elementos del lenguaje visual utilizados en el interior, rearmándolos en la gran escala necesaria para identificar las estaciones en las concurridas calles y anchos bulevares de Buenos Aires. El círculo que identificaba a las distintas líneas en la señales interiores se tornó tridimensional y se iluminó para convertirse en un faro reconocible en medio del paisaje urbano. Las tapas cilíndricas se rotaron para transformarse en pilares que sostienen esta señal esférica. Esta economía de diseño parece fácil, como si fuera la única solución lógica para el problema de diseño en cuestión.

Las señales de los accesos exteriores están compuestas por cajas de señales formadas por una extrusión de aluminio estandarizada y señales de acrílico doble faz iluminadas por dentro con elementos lumínicos de larga duración elegidos por su gran visibilidad y bajo mantenimiento. Cada entrada presenta un mapa vinílico de color, retroiluminado y montado en marcos de aluminio sobre columnas de hierro.

Tanto para los elementos internos como externos, el fabricante, llevó a cabo un importante esfuerzo de producción e instalación, con un total de más de 3.500 señales.

En cualquier lugar donde puede llevar años comprender un sistema de transporte, el Subte es reconocido como la forma más fácil de moverse por una ciudad conocida por tener algunas de las avenidas más anchas del mundo y un tránsito bastante congestionado. Una gran parte de esa facilidad de uso proviene de la estructura visual absolutamente clara del sistema de señalización desarrollado por Diseño Shakespear.

Pero tal vez una cualidad menos tangible — la inherente idoneidad del sistema en general — es lo que transformó a la marca Subte en un elemento amigable, auténtico y confiable dentro de la ciudad. Con una cantidad de 1,4 millones de pasajeros por día, el Subte se ha convertido en motivo de orgullo para los porteños. “Igual que en química”, cita Ronald, “el diseño actúa como un agente, sintetizando cambios profundos en el estado de las cosas”.

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Esta nota fué publicada originariamente en Segd Design.

Leslie Wolke es Asociada Principal de fd2s, inc., con sede en Austin. Tuvo el placer de conocer a Ronald en un reciente viaje a Buenos Aires. Con su esposo y su Subtepass, Leslie usó las principales líneas igual que un porteño.

Traducción: Elena Cetrari.

Otros artículos por Leslie Wolke / Haciendo la ciudad legible. (EEUU).
http://www.icograda.org/newsletter/index/enews_issues35/enews_articles380.htm
http://www.icograda.org/feature/current/articles1233.htm

El Subte de Buenos Aires publicado por Encore Mag (Alemania).
http://www.magwerk.com/mag.php?magazine=encore&language=en&issue=24&page=92

Subte publicado en Communication Arts (EEUU):
http://www.commarts.com/exhibit/brand-wayfinding-system.html

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Resumen del Proyecto

Cliente:
Metrovias SA.

Ubicación:
Buenos Aires

Diseño:
Diseño Shakespear Argentina.
http://www.shakespearweb.com

Equipo de diseño:
Lorenzo Shakespear / Director
Juan Shakespear / Director
Ronald Shakespear / Director

Joaquín Viramonte / Diseñador
Gonzalo Strasser / Arquitecto
Cecilia Bonnefón / Diseñadora
Juan José Aguiló / Diseñador
Lucía Diaz / Relaciones Públicas
Juan Cerdá / Asesor Jurídico
Luis Travi / Jefe de Administración

Consultores:
Víctor Levy Ing. / Watson&Levy / Consultores Jurídicos
Fernando Estévez / Consultor de Fabricación

Fotos:
Juan Hitters
Lorenzo Shakespear
Héctor Calderone

Nota en inglés.

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